domingo, 31 de julio de 2011

"El síndrome de Mozart", de Gonzalo Moure

Si te gusta la música, si vibras con la magia de muchos tipos de música, tienes que leer esta novela para disfrutar de eso que llaman algunos "el alimento del alma". Camina con la protagonista por el exigente trayecto que le ha marcado su padre, un famoso neurólogo que investiga sobre el síndrome de Williams, y conocerás a gente que merece la pena. Ella tiene diecisiete años, está aprendiendo a tocar el violín y se encuentra llena de dudas sobre su identidad y su porvenir. Se cruzará con gente excepcional que la ayudará a conocerse mejor a sí misma, pero no será fácil. Las cosas del querer y ser querido nunca lo han sido y menos para las personas especialmente sensibles que sólo pueden ser comprendidas con el lenguaje de la música y no con el de las palabras, las "viejas y traidoras palabras". Yárchik, Tesa, Tomi (imborrable la conmovedora sencillez de Tomi), representan valiosas y diferentes posiciones sobre la amistad, el amor, el deber, la inteligencia, el talento, la belleza, la fama... y a los tres teme decepcionar la protagonista en algún momento. ¿Por qué? ¿Dónde reafirmarse para no fallarles?
 Esta es una novela no apta para tontos "que creen que la vida es la regla, la norma". Se habla de realidades tan reveladoras como el sentimiento oceánico, el oído absoluto, el pentimento... También de lo que hay en el lenguaje de la música, que es distinto porque no es de nadie y "nos engloba a todos". Hay referencias a muchos tipos de música, a novelistas, cantantes, grupos famosos,... Nos movemos entre el mundo urbano de la gran capital (Madrid) y el rural de una aldea de Asturias (Cansares). Su autor asegura haberse inspirado en personas reales para esta novela. De hecho, gracias a ella, la situación de los afectados en España por el síndrome de Willliams ha mejorado. Pero hasta esto no tiene importancia para la historia. Es el entusiasmo con el que construye sus ficciones lo que nos interesa. Compruébalo con otros títulos suyos.
Miguel Martínez Renobales

jueves, 21 de julio de 2011

"El castillo de cristal", de Jeannete Walls

Otra novela sobre la vida misma, solo que en EEUU. Se trata en este caso de las peripecias de una familia, amiga de andar de acá para allá sin rumbo fijo, contadas con ese desparpajo estadounidense que facilita mucho la lectura. Su autora, una joven periodista neoyorkina, ha decidido divulgar las "vergüenzas" de su familia, que no se atrevía a confesar pero pugnaban por salir. La singularidad de sus padres y hermanos, los traspiés y humillaciones, la superación de las dificultades entre tanta violencia, la gente del interior del país, todas las anécdotas de esa familia al borde del desastre están contadas de manera descarnada y sin ningún miramiento. El interés queda asegurado por el valor de la narradora y la intriga por la sucesión de despropósitos de los adultos. Es una novela de iniciación a la vida, que avanza desde el divertimento hacia la dureza y trata de los temas típicos, relacionados con la familia y la sociedad, entre los que queda especialmente grabado en el recuerdo la relación paternofilial con la narradora. Esos atrabiliarios y excéntricos Rex Walls y "Mamá" no se te quitarán fácilmente de la cabeza.
Miguel Martínez Renobales

"Chesil Beach", de Ian McEwan

Los protagonistas de esta novela son dos veinteañeros recién casados que se enfrentan en la noche de bodas a la pérdida de su virginidad. Tienen un nivel de formación alto. Estamos en la Inglaterra de 1962, antes de la gran liberación sexual de los sesenta, y nos lo acaba de contar hace bien poco uno de los novelistas ingleses de primera línea. ¿Por qué puede tener interés hoy semejante historia? Las dudas por las que pasan, sus reacciones, los recelos que albergan una y otro sobre su pareja, la capacidad o incapacidad que tienen para sobreponerse a la fuerte presión del ambiente, lo que piensan y, sin embargo, dicen, sus expectativas, sus deseos, la forma como construyen el relato de la relación con sus palabras están transmitidos con tanta convicción y maestría que trascienden la época de la que hablamos. Es verdad que Edward y Florence tendrían ahora alrededor de setenta años, pero, por lo que cuenta McEwan (y, sobre todo, por cómo lo cuenta) podrían enseñarnos muchas cosas interesantes sobre cómo triunfar o fracasar en esto del sexo y el amor, o el amor y el sexo (juntos o separados, como quieras). Y todo gracias a las palabras de McEwan (y su traductor, claro).
Miguel Martínez Renobales

"El olvido que seremos", de Héctor Abad Faciolince

En 1987, el doctor Héctor Abad Gómez murió en Medellín (Colombia), asesinado por motivos políticos. Veinte años después, su hijo nos regaló a los lectores esta extraordinaria historia sobre las relaciones con su padre, un hombre comprometido con la solidaridad, la lucha contra la injusticia y la desigualdad. Es una novela escrita para que permanezca en la memoria de todo el mundo el valor de una persona ejemplar por su valentía en el enfrentamiento con los canallas y con el miedo que promueven desde el poder. También es la historia de la maravillosa relación entre un padre y un hijo sin  sentimentalismos ni concesiones a la galería. En medio de tanta tragedia y muerte inmerecidas, el cariño que le transmitió en todo momento (hasta en esos otros más banales en donde se "atasca" ese tipo de relación con el adolescente) hace de su figura un personaje inolvidable. Literatura de la buena.
Miguel Martínez Renobales

martes, 19 de julio de 2011

De un trabajo de Latín en 1º de Bachillerato



“Bastaba acercarse a la entrada para darse uno cuenta de que tenía ante sí la lujosa y plácida residencia de alguna divinidad […] Atraída por los encantos del lugar, Psique se acerca cada vez más; va cobrando confianza y se atreve a cruzar el umbral”

John William Waterhouse (1849-1917)
"Psique abre la puerta en el jardín de Cupido"
Arte Victoriano.  Óleo sobre lienzo

 “Les enseña los inmensos tesoros de su casa dorada, les hace oír la multitud de voces que la sirven, y, para reparar fuerzas, les ofrece un baño suntuoso y todos los refinamientos de una mesa digna de los Inmortales. Tanto es así que ellas, al verse saciadas con esta profusión de manjares, auténticas riquezas del cielo, empezaron a sentir y fomentar la envidia en el fondo del corazón” 
Jean Honoré Fragonard (1732-1806) "Psique mostrando a sus hermanas los regalos de Cupido".  Rococó. Óleo sobre lienzo
Entrada ya la noche, un ligero ruido llamó la atención. Temiendo por su honor en medio de tan profunda soledad, se asusta, se horroriza y, más que cualquier desastre, le inquieta lo desconocido. Ya estaba a su lado el marido misterioso; subió al lecho, hizo de Psique su esposa, y, antes de que volviera la luz del día, había desaparecido apresuradamente”
Jacques Louis David (1748-1825) "Cupid and Psyche"
Neoclasicismo Francés. Óleo sobre lienzo



“Tú, que hasta ahora eras una niña, llevas ya en tu seno otro niño, que será un dios si sabes callar y guardar nuestro secreto; si lo profanas, nuestro hijo será un simple mortal.”

Francois Gérard (1770-1837) "Cupido y Psique"
Neoclasicismo Francés. Óleo sobre lienzo



 “Al acercar la luz o iluminarse la alcoba, Psique ve al más dulce y amable de los animales salvajes: era Cupido en persona, el dios de la hermosura graciosamente recostado […] Así, sin enterarse y por propio impulso, Psique se enamora del Amor. […] Pero mientras se embriaga de tanta felicidad, como la honda herida del corazón le hace perder el equilibrio, he aquí que la lámpara aquella soltó de su mecha luminosa una gotita de aceite hirviendo sobre el hombro derecho del dios.”
Jacopo Zucchi (1541-1596) "Psique y Cupido"
Renacimiento. Óleo sobre lienzo

“A ese viejo asqueroso (Caronte) has de darle, a título de peaje, una de tus dos monedas, pero cuidando un detalle: que él con su propia mano saque la moneda de tu boca”

Spencer Stanhope (1829-1908) "Psique y Caronte"
 Prerrafaelita. Óleo sobre lienzo

“Yacía inerte en el suelo; estaba tan dormida como un cadáver. Cupido, cuya herida había cicatrizado ya por completo, repuesto ya y sin poder aguantar más la prolongada ausencia de Psique, se fugó por el tragaluz superior de la estancia en la que estaba recluido; sus alas se habían robustecido por el largo reposo; superando su propia velocidad de vuelo, acudió junto a Psique.”
Anthonio Van Dyck (1599-1641) "Cupido y Psique"
Barroco. Óleo sobre lienzo


“Antes morir mil veces que perder la felicidad de nuestra unión; pues estoy locamente enamorado de ti y, seas quien seas, te quiero tanto como a mi propia vida: ni el propio Cupido me parece comparable a ti.”

Antonio Canova (1757-1822) "El amor de Psique"
Escultura Neoclásica. Mármol



Ángela Miranda 1º Bachillerato Humanas

lunes, 18 de julio de 2011

"Ética para Amador", de Fernando Savater

Es un canto al espíritu crítico, al interés por revisar lo que nos han dicho que es bueno o malo para que lo aceptemos o rechacemos con criterio. Es un libro que, después de veinte años, continúa siendo un éxito de ventas, y eso que habla de "ética", del conocimiento sobre cómo repercute en los demás lo que hacemos y la manera idónea de responder a sus exigencias. Las normas en este campo no son verdaderas o falsas sino válidas o nulas y, porque no somos inocentes en nuestras elecciones, necesitamos libros como éste. Habla de nuestras preferencias acerca del deber y el querer, de lo que nos conviene para saber vivir, poder elegir..., de la libertad, en resumidas cuentas. Y es muy claro exponiendo su punto de vista laico. Después de haber digerido a todos los autores de la filosofía clásica durante sus años de docencia universitaria, no recurre expresamente a ellos para enseñar ética, sino que, apoyándose en su experiencia personal, le transmite a su hijo adolescente las nociones fundamentales para que confíe en sí mismo y en que su inteligencia le permitirá ser mejor persona y su intuición mejores compañías. Si te gusta esta lectura, busca más títulos suyos que van en la misma línea: El valor de elegir, Las preguntas de la vida,...
Miguel Martínez Renobales

miércoles, 13 de julio de 2011

"Bartleby el escribiente", de Herman Melville


Este relato de 1853, habla de un anodino escribiente que un día entra a trabajar en un despacho de abogados de Nueva York, dispuesto a obedecer a su jefe, un hombre tolerante y seguro de sí mismo, al que ha causado una buena impresión por su aspecto aseado y poco llamativo. Un día, en contra de lo previsible, rechaza una orden con la desconcertante respuesta "preferiría no hacerlo" (I would prefer not to), que comienza a desmontar la situación. La calidad literaria de la historia de este personaje servirá de modelo a toda la literatura del absurdo. Kafka, el existencialismo, los surrealistas, gran parte de la literatura universal de los siglos XX y XXI se encuentran en estas líneas de Melville, donde un alienado empleado se va a convertir en símbolo de lo que Vila-Matas llama "esos seres en los que habita una profunda negación del mundo". Observar su reflejo es muy instructivo
MIguel Martínez Renobales

"Estupor y temblores", de Amélie Nothomb

En el Japón del año 2000, una belga de 22 años describe su kafkiana experiencia de trabajo en una empresa nipona, que no es precisamente un lugar para soñadores. Parece que asistimos a una pesadilla vivida desde el otro lado del espejo, pero resulta ser una buena atalaya para conocer el alma japonesa, especialmente la de las mujeres, sin perder la sonrisa. Los modelos de obediencia, de acatamiento, las experiencias de ninguneo en la jerarquizada estructura de la empresa quedan retratados rigurosamente por esa especie de contrafigura de Bartleby en que se constituye la narradora protagonista. Si quieres aprender a sobrevivir con humor en ese mundo común y corriente que te rodea y que, por habitual, suele quedar oculto a la mirada, no dejes de leer esta breve y divertida historia.
Miguel Martínez Renobales
(fotografía Pedro García Barbudo)

"El mapa del tiempo", de Félix J. Palma

 Nada es más vivo que el pasado y esta novela es una "amazing story", homenaje a otras del siglo XIX, sobre todo a "La máquina del tiempo", de H.G. Wells. Estamos en el Londres de 1896 y, emulando al gran novelista, hacemos dos viajes en el tiempo: uno hacia atrás, a los bajos fondos de la ciudad, y otro hacia delante, al año 2000, cuando la capital de Inglaterra quedó destruida por la lucha de los hombres con los robots. A lo largo de una trama muy entretenida aparecen personajes reales, como el famoso autor inglés, que conoce a Joseph Merrick, el "hombre elefante", o a otros novelistas como Henry James y Bram Stoker, el del conde Drácula. También hay otros ficticios, como el todopoderoso Gilliam Murray, que desde su negocio en Greek Street, en el Soho londinense, ofrece Viajes Temporales a todos los apasionados por los avances científicos.    
       En aquella Inglaterra victoriana que cree en la evolución y el progreso se resuelve el caso de Jack el Destripador y hasta el propio Scotland Yard diseña planes para detener a sospechosos del futuro, como el capitán Shakleton. Pero el escéptico Wells tratará de resistirse a esa creencia y, entre todas las paradojas que los viajes en el tiempo plantean a los personajes, hay aventuras al estilo clásico de Verne, Stevenson o Haggard; enfrentamientos con autómatas como en los llamados romances científicos o futuras novelas de ciencia ficción; enamoramientos propios de las grandes novelas románticas, con una divertida seducción de una dama  y curiosas anécdotas de la educación sexual victoriana; parodias de las pesquisas policiales en la línea del mejor Holmes de Conan Doyle; emocionantes regeneraciones de pobres desgraciados, que, al más puro estilo Dickens, se redimen gracias a su buen corazón; incluso presencia de fantasmas como los de las novelas góticas,...Un placer para los grandes lectores porque se van a sentir reclamados por otras novelas.
Miguel Martínez Renobales

miércoles, 6 de julio de 2011

"Nadie acabará con los libros", de Umberto Eco y Jean Claude Carrière

 Un título radical para un libro lleno de detalles. Consiste en un diálogo entre dos autores famosos, uno italiano y otro francés, acerca de las curiosidades y enigmas interesantes que rodean a los libros, sobre todo en estos tiempos en que los medios de comunicación están obsesionados con que van a desaparecer. Dos sabios como ellos, grandes coleccionistas de libros además, nos hablan en un delicioso intercambio de opiniones y anécdotas sobre el mundo de la edición, el del cine, las nuevas tecnologías, los libros clandestinos, cómo pueden engañarnos los textos y las imágenes, cómo gracias a la historia de la estupidez podemos conocer verdades sobre el mundo, etc, etc. Proponen que en la encrucijada electrónica en la que se encuentra el libro, da igual lo que se invente, que no desaparecerá. "Es como la cuchara, el martillo, la rueda, las tijeras. Una vez que se ha inventado, no se puede hacer nada mejor. No se puede hacer una cuchara que sea mejor que la cuchara". Hay un impagable capítulo sobre las diferencias entre el tonto, el imbécil y el estúpido que resulta muy recomendable para no tomarnos tan en serio nuestras propias profecías lanzadas desde la ignorancia. Seguro que te diviertes más con lo que charlan que con otras páginas suyas de sesudos estudios sobre el asunto.
Miguel Martínez Renobales