Atentos ahora a este autor. Atención a cualquier novela de
Antonio Muñoz Molina, porque las suyas se encuentran entre las mejores de la
actualidad. Esta fue publicada en el 2006 y habla de un adolescente español de
1969, que asiste fascinado a la llegada del hombre a la Luna. No hay aquí más fantasía que la que pueda concebir la imaginación calenturienta de un
muchacho de un pueblo de Jaén, que desea ardientemente escapar del entorno
inmovilista en que vive. En aquella época, el progreso comenzaba a llamar a las
puertas de muchos españoles y él teme que, por diferentes motivos, pase de
largo por delante de su casa, donde, por ejemplo, la televisión entra antes que el agua corriente. Debido a su timidez, sufre por
partida doble: en el colegio de curas por ser hijo de un hortelano y, en su
casa, por carecer de la soltura necesaria para cultivar la huerta, pero su
sensibilidad encuentra un buen refugio en las películas del cine al aire libre,
en los libros de la biblioteca del pueblo y en las noticias del viaje del Apolo
XI, que colecciona y atesora. El narrador es el propio protagonista y resulta
entretenido por la agilidad y al sentido del humor con el que, en
ocasiones, va y viene de sus elucubraciones a lo que le rodea. Las transiciones
entre lo que lee, lo que ve, sus impresiones y los diálogos de los personajes
le proporcionan al lector de hoy toda la frescura que necesita para
hacerse una buena idea de cómo debieron de ser aquellas pérdidas de la
inocencia. Y, del mismo modo ahora que entonces, las sobrellevas mejor si mantienes los ojos bien abiertos. Que lo disfrutes.
Miguel Martínez Renobales
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