Aunque este título
tenga casi cincuenta años, viene bien en estos tiempos de crisis para no perder
la calma ni el sentido del humor. Se
trata de un pequeño libro de autoayuda, solo que al revés, es decir, que en vez
de censurar errores y aconsejar cambios de comportamiento para salir del bache,
lo que propone es lo contrario, que nos empecinemos en la actitud equivocada para
que acabemos estropeándolo todo de una vez.
Con total ironía, se mueve solamente en el terreno personal y se dirige a
los ya iniciados en la vida amargada, para que pasen de meros aficionados a auténticos
profesionales. Como él dice, “cualquiera puede llevar una vida amargada, pero
amargársela a propósito es un arte que se aprende, no basta con tener algún par
de contratiempos en tu vida personal”, ¡qué
va!, hace falta ejercitarse a fondo para conseguirlo.
Después de decenas
de años de experiencia clínica en EEUU, analizando los mecanismos más eficaces de
sus pacientes para amargarse la vida, decidió ofrecer al lector una buena guía para
poder desarrollar con estilo una vida de auténtico amargado. El resultado fue
este delicioso manualito, imprescindible para aprender a reírse uno de sí
mismo. Es lo que tiene la ironía, que no
te dice por dónde debes ir sino por dónde no debes continuar, que es como de
verdad se aprende a caminar.
Hay citas
literarias de no poco valor (pues también en esto el autor sabe de qué habla), pero
sobre todo análisis de fundamentos como el de que “no hay más que una sola
opinión correcta: la propia. Una vez se ha llegado a esta convicción, se tiene
que comprobar muy pronto que el mundo va de mal en peor”. De ahí deriva
necesariamente a que “el aspirante más dotado no tendrá seguramente mayor
dificultad en ver su juventud como una edad de oro perdida para siempre”.
También ideas inamovibles como “uno carga hoy con la culpa y debiera haberlo
sabido mejor entonces, así que ahora ya es demasiado tarde”, o “no hay más que
una sola, posible, permitida, razonable y lógica solución del problema y, si
los esfuerzos no consiguen el éxito, ello solo indica que uno no se ha
esforzado bastante”,… En fin, una joya para crear problemas donde no los hay o para
evitarlos con el fin de que perduren. Lo que decíamos al principio: lo mejor para
tiempos de crisis.
Miguel Martínez Renobales
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