miércoles, 2 de febrero de 2011

"El barón rampante" de Italo Calvino

Cósimo Piovasco de Rondó, hijo de un barón de Ombrosa (Génova), decide escapar de casa e irse a vivir a los árboles, harto de obedecer a su padre. Cuando se lo explicó a la hija de sus vecinos, los marqueses de Ondariva, se siente obligado a mantener la decisión después de escuchar sus propias palabras. Más adelante, a lo largo de toda la novela, iremos comprobando cómo "no sería él mismo ni para sí ni para los otros" si no fuera capaz de mantenerlas.
Estamos en los años previos a la Revolución Francesa y, entre múltiples personajes que desfilan por los bosques de la costa genovesa, intervienen algunos históricos, como Voltaire o Napoleón, u otros literarios, tomados de novelas de época. El autor, uno de los mejores narradores del siglo XX, es un gran conocedor de la literatura de los ilustrados y, al modo como ellos se preocuparon por el acierto en contribuir al bienestar de los demás, nos propone en múltiples aventuras una ágil y entretenida parábola de la solidaridad, la voluntad, el amor, la lealtad y cuantos otros valores positivos se le suponen al verdadero ciudadano del mundo.
Ha sido una novela de literatura juvenil desde su aparición, a finales de los años cincuenta en Italia, y conserva toda su frescura en estos tiempos de cambio, sobre todo para las palabras y las promesas. En este Año Internacional de los Bosques, por ejemplo, podemos encontrar una defensa apasionada de la naturaleza totalmente vigente. En otro sentido, también, divertidas viñetas, al modo de los cómics, sobre orientales y occidentales, conservadores y progresistas, jóvenes y viejos, ateos y creyentes, militaristas y pacifistas, delincuentes y ciudadanos de orden, enamorados y ??... Un buen mosaico, en fin, con mucho sabor a buena literatura.
Miguel Martínez Renobales

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