miércoles, 6 de febrero de 2013

"Un niño prodigio" de Irène Némirovsky

Aunque el protagonista de esta pequeña historia es un niño y los ambientes son los típicos de los cuentos de aventuras en los muelles de un viejo puerto o en los palacios de los príncipes rodeados de lujo y voluptuosidad, el lector a quien va dirigido debe ser alguien con la suficiente madurez como para aceptar el final.  No te voy a decir más. Si lo lees, merece la pena que lo comentes con algún adulto a ver cómo lo ve él. Esta es otra de las características de la buena literatura, que brilla mucho más con otros puntos de vista. Más arriba hemos reseñado un segundo libro de la misma autora (“El baile”), también muy breve y escrito en plena juventud, en el que la protagonista, una niña, logrará instalarse en nuestro recuerdo, del mismo modo que ahora lo consigue Ismael Baruch. ¿Qué tenía esta autora tan joven para hacernos vibrar tanto?
Miguel Martínez Renobales

No hay comentarios:

Publicar un comentario