sábado, 28 de julio de 2012

"El arte de amargarse la vida", de Paul Watzlawick


                Aunque este título tenga casi cincuenta años, viene bien en estos tiempos de crisis para no perder la calma ni el sentido del humor.  Se trata de un pequeño libro de autoayuda, solo que al revés, es decir, que en vez de censurar errores y aconsejar cambios de comportamiento para salir del bache, lo que propone es lo contrario, que nos empecinemos en la actitud equivocada para que acabemos estropeándolo todo de una vez.  Con total ironía, se mueve solamente en el terreno personal y se dirige a los ya iniciados en la vida amargada, para que pasen de meros aficionados a auténticos profesionales. Como él dice, “cualquiera puede llevar una vida amargada, pero amargársela a propósito es un arte que se aprende, no basta con tener algún par de contratiempos  en tu vida personal”, ¡qué va!, hace falta ejercitarse a fondo para conseguirlo.
                Después de decenas de años de experiencia clínica en EEUU, analizando los mecanismos más eficaces de sus pacientes para amargarse la vida, decidió ofrecer al lector una buena guía para poder desarrollar con estilo una vida de auténtico amargado. El resultado fue este delicioso manualito, imprescindible para aprender a reírse uno de sí mismo.  Es lo que tiene la ironía, que no te dice por dónde debes ir sino por dónde no debes continuar, que es como de verdad se aprende a caminar.
                Hay citas literarias de no poco valor (pues también en esto el autor sabe de qué habla), pero sobre todo análisis de fundamentos como el de que “no hay más que una sola opinión correcta: la propia. Una vez se ha llegado a esta convicción, se tiene que comprobar muy pronto que el mundo va de mal en peor”. De ahí deriva necesariamente a que “el aspirante más dotado no tendrá seguramente mayor dificultad en ver su juventud como una edad de oro perdida para siempre”. También ideas inamovibles como “uno carga hoy con la culpa y debiera haberlo sabido mejor entonces, así que ahora ya es demasiado tarde”, o “no hay más que una sola, posible, permitida, razonable y lógica solución del problema y, si los esfuerzos no consiguen el éxito, ello solo indica que uno no se ha esforzado bastante”,… En fin, una joya para crear problemas donde no los hay o para evitarlos con el fin de que perduren. Lo que decíamos al principio: lo mejor para tiempos de crisis.
Miguel Martínez Renobales

No hay comentarios:

Publicar un comentario