sábado, 28 de julio de 2012

"La conquista de la felicidad", de Bertrand Russell


Este libro es de los años 30 del siglo pasado, es decir, anterior a la Segunda Guerra Mundial, la televisión o la liberación de la mujer (por poner tres ejemplos de acontecimientos que cambiaron la mentalidad occidental). Está escrito por un aristócrata británico, político, uno de los sabios más destacados en la historia de Occidente: Premio Nobel de Literatura en 1950; figura principal en disciplinas como Matemáticas, Lógica, Filosofía de la Ciencia, Teoría del Conocimiento, Ciencias Políticas, Sociología, Ética, Religión, Pedagogía; personaje público encarcelado por actividades pacifistas; fundador del Tribunal Russell para sancionar los excesos del imperialismo en el mundo;  adalid del humanismo laico,… Un hombre excepcional, en pocas palabras, muy comprometido consigo mismo y con su tiempo.
La lectura de este breve tratado, además de proporcionarte una buena visión de la mentalidad anglosajona de la época (que es la que parece mantener su primacía en la actualidad), te servirá sobre todo para comprobar cómo, por más cambios que se sucedan en el mundo, hay ideas que continúan ejerciendo su influencia a pesar de quienes las consideraron elitistas entonces o ingenuas y trasnochadas ahora. 
Ya en el preámbulo avisa el autor de que, lejos de filosofías o erudiciones profundas, lo que pretende es ofrecer recetas, confirmadas por su propia experiencia y observación, para que las personas  “que son desdichadas puedan llegar a ser felices si hacen un esfuerzo bien dirigido”. Toda una declaración de intenciones, en la línea de los libros de autoayuda más tópicos, solo que en este caso con mucho  fundamento y, como comprobarás si lo lees, con gran capacidad de persuasión.
Encontrarás afirmaciones como esta: “en la adolescencia odiaba la vida y estaba continuamente al borde del suicidio, aunque me salvó el deseo de aprender más matemáticas. Ahora disfruto de la vida; casi podría decir que cada año que pasa la disfruto más. En parte se debe a que he descubierto cuáles eran las cosas que más deseaba y, poco a poco, he ido adquiriendo  muchas de esas cosas. En parte se debe a que he logrado prescindir de ciertos objetos de deseo (como la adquisición de conocimientos indudables sobre esto o lo otro), que son absolutamente inalcanzables. Pero principalmente se debe a que me preocupo menos por mí mismo”.
U otras de la misma actualidad, como las siguientes: “los estados de ánimo no se pueden cambiar con argumentos”, “la mera ausencia de esfuerzo le quita a la vida un ingrediente imprescindible de la felicidad”, “cuando la gente habla de lucha por la vida, en realidad quiere decir lucha por el éxito”,  “lo que me gustaría obtener del dinero es tiempo libre y seguridad”, “la visión de la vida como contienda en la que solo el vencedor merece respeto conduce a un cultivo exagerado de la voluntad a expensas de los sentidos  y el intelecto”, “ahora nos aburrimos menos que nuestros antepasados, pero tenemos más miedo a aburrirnos”,  “no hay por qué temer que, por volverse racional, uno vaya a quitarle sabor a la vida”, “la inmensa mayoría de las acciones humanas, incluyendo las de las personas más nobles, tienen motivos egoístas y no hay que lamentarse de ello”, “hay que convencerse de que los demás pierden mucho menos tiempo  pensando en nosotros que el que perdemos nosotros”, “la adolescencia es una época de gran infelicidad para casi todos los chicos y chicas con talentos excepcionales”, “uno debe respetar la opinión pública lo justo”, …
Y otras muchas más en esta línea, bien desarrolladas, con buenos ejemplos e interesantes citas literarias. Además, tardas poco en leerlo. Después de este, seguro que ya no picas leyendo perogrulladas en cualquier libro de autoayuda. 
Miguel Martínez Renobales

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