Hay
muchos críticos por ahí que defienden que, en el campo del humor, los españoles
hemos sido los que hemos dado lecciones al resto de los europeos (parece también
que los ingleses podrían acompañarnos en el “equipo”, pero ese es otro cantar).
Lo cierto es que muchos años antes del Quijote ya nos pitorreábamos de cantidad
de cosas “serias”, como hace Eduardo Mendoza en este libro.
Es
la última obra de otro de los grandes novelistas de ahora (del que ya reseñamos una hace dos cursos: Riña de
gatos). Para algunos es un producto menor porque cuenta las descacharrantes
peripecias de un pobre desgraciado, absolutamente cutre, al que, a medida que
le van llegando los problemas, va discurriendo las soluciones más disparatadas.
Pero probablemente consista en algo más. Suele suceder con el buen humor.
Lo
característico de esta parodia (como en las tres anteriores que ha publicado con este mismo personaje)
es que el protagonista logra sobrevivir en un ambiente sórdido gracias a que comprende
los comportamientos estrambóticos de todo el mundo. Después de todo, es alguien “loco”
que alguna ventaja había de sacar de haber estado ingresado en el manicomio,
¿no? ¿Te suena? Algo parecido había en esos individuos “extraños” de la literatura
española tradicional (desde el Buen Amor a Cervantes, la picaresca, el esperpento,
la astracanada,…) o en películas y comics de lo más popular (Berlanga, Mortadelo
y Filemón, Torrente,…). Las peligrosas pesquisas policiales en que se ven
envueltos aquí y las atolondradas decisiones que tienen que adoptar para salvar
el pellejo nos recuerdan bastante a aquellos.
Porque
todo lo que sucede en esta “novela negra” es un auténtico dislate: robos de chiste,
amores de opereta, seguimientos inusitados de sospechosos, manifestaciones de
chinos, secuestro de autoridades, etc. En esa Barcelona actual de caricatura y
con ese calor pegajoso del verano, nada puede ocurrir de otro modo. Se nota que
Mendoza se ha debido de reír cantidad escribiéndola porque salta de una
cachupinada a otra sin parar. Y le habrá tenido que costar lo suyo mantener la
intriga dentro de tanto absurdo, pero lo consigue, lo consigue. Tiene salidas
desternillantes. Mira a ver qué te parece. Probablemente no la sueltes hasta el
final. Suele suceder con el buen humor.
Miguel Martínez Renobales
No hay comentarios:
Publicar un comentario