miércoles, 15 de mayo de 2013

"El naufragio del séptimo signo" Angel Bezanilla Saiz-Calderón 4º ESO grupo A

Es el relato ganador del XIV Concurso Día del Libro, nivel 2º Ciclo de la ESO. Enhorabuena.

             Cuenta la historia, que en un lugar del océano, hay un barco el cual no navega, no se mueve y no da señales de vida, y todo aquel que se adentra en él, no sale vivo. Soy el capitán Séptimo, y ésta es mi historia.
            Un día como cualquier otro, mis tripulantes y yo naavegábamos en dirección a América en busca de nuevos secretos y hazañas. Mi barco constaba de 30 marineros, preparados tanto física como mentalmente para cualquier peligro. No obstante, una noche, algo monstruoso lo golpeó. Y ese monstruo perduró en nuestras mentes porque nadie durmió.
            Pasaron 3 días después del avistamiento y por fin un día vimos tierra, no era América pero se trataba de una pequeña isla en la que podíamos pasar la noche. Una vez anclamos, montamos un campamento y todos durmieron como nunca.  Pero ya por la mañana algo increíble pasó. El barco, el Séptimo Signo, ¡había desaparecido! Todos los momentos que habíamos vivido en él, muchos de nosotros, navegábamos desde que éramos niños. ¿Nos habíamos quedado atrapados allí? En principio todos pensamos que alguien pudo robar nuestro barco y que la isla estaba habitada. Así que diez hombres y yo nos dispusimos a explorar la isla. Pero al parecer, nada ni nadie, había vivido allí nunca, así que volvimos al campamento, pero, ¿dónde estaba la gente?
            De repente, un horror y un miedo profundos cayeron sobre mis hombres. Nadie entendía nada. Los diez que me quedaban no querían pasar la noche donde habían desaparecido los demás y nos fuimos hacia dentro de la isla, allí donde los árboles nos ocultaban. Y después de que la distancia creciera, se fijaron en el agua por última vez.
            Volvimos a montar un campamento para dormir un poco ya que había un día largo y aterrador. Yo fui el único que pudo descansar un poco, los demás, estaban muertos de miedo.
Me desperté a la mañana siguiente y no entendí nada. Estaba en mi camarote, tumbado en mi cama y con las velas encendidas. ¿Había sido todo esto, un simple sueño?  Salí a cubierta y me dio alegría poder volver a ver a estos grandes marineros. Después de unos meses, llegamos por fin a América, tierra de innovación y comercio. Atracamos y cada uno fue donde quiso, al bar, a la destilería, al burdel. Era hora de que por fin se divirtieran.  Yo me fui a un comercio para poder comprar algo de munición para mis armas y alguna que otra espada. Pero algo extraño sucedió, todo el mundo me observaba, no lo entendía y de pronto cogieron sus armas y me dispararon. ¿Estaba muerto? ¿Cómo era que podía seguir pensando? Así que sin más rodeo me desperté.
            Todo fue una terrible pesadilla, me levanté del suelo del camarote, no sabia qué hacía allí, así que abrí la puerta y vi a todos mis hombres muertos, cadáveres por todas partes, y sangre como pintada por cubierta. Fue entonces cuando recordé, aquella bestia, nos había atacado y yo al parecer me había desmayado. Por suerte tenía un bote y provisiones, aunque antes me despedí de mis compañeros. Cuando terminé, cogí el barco y solo me puse a remar. Estuve remando cinco días pero no llegaba a ningún lado. Me di por vencido, así que me até unos plomos a la cintura, y sin remordimientos me tiré al agua.  Sí, suena raro que yo mismo esté escribiendo mi muerte, lo cual me lleva a pensar, ¿hay otro lugar después de la muerte? Os pido a vosotros los cazadores de aventuras que por favor me rescatéis, ya que no estoy ni muerto ni vivo. No sé que soy.  Simplemente soy un sueño, el sueño de un niño que un día quiso ser marinero.
—¿Papá, tienes alguna aventura que contarme?
—Sí hijo, te contare la historia del Séptimo Signo.

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