jueves, 3 de febrero de 2011

"Riña de gatos. Madrid 1936", de Eduardo Mendoza

Ganador del premio planeta 2010
Empieza la historia con el viaje a España de un inglés, experto en pintura del barroco español, especialmente Velázquez. Viene en el tren desde Francia hasta Venta de Baños, donde cambiará de tren para ir a Madrid. El teniente coronel Gumersindo Marranón, le salvará de que le roben la maleta en la estación al confiado e inocente inglés, será el primero de varios encuentros con él durante su estancia en España.
En Madrid se entrevistará con el duque de la Igualada, un aristócrata que parece querer que su colección de arte sea tasada para venderla y sacar a su familia de España ante la inminencia de una guerra civil. Y esto es lo que parece, porque a lo largo de toda la novela, nuestro experto de arte creerá descubrir un cuadro desconocido de Velázquez, lo que excitará su ambición profesional y le hará correr las aventuras más desternillantes. Recuerdan algunas de las alocadas, divertidas y absurdas escenas al “Misterio de la cripta embrujada” o “El laberinto de la aceitunas”.
Pero esta vez, toda la novela se enmarca en una situación real, la guerra civil está a la vuelta de la esquina. Muchos de los personajes también son reales, Alcalá Zamora, Manuel Azaña, José Antonio Primo de Rivera, Franco, Queipo de Llano, Mola, son algunos de ellos. José Antonio y sus jóvenes falangistas se muestran como románticos metidos a pistoleros en peleas callejeras contra los socialistas. Se reflejan los asesinatos diarios y las revanchas y escaramuzas que ocurrían entre ellos en las calles de la capital desde el triunfo del frente popular.
A pesar de los gags y las situaciones cómicas, la novela transmite pesimismo, la situación española no tiene arreglo. Su final será la guerra civil, las potencias extranjeras (la Unión Soviética, Inglaterra, Alemania) ensayarán en España la próxima guerra mundial. La trama se complica con la aparición de espías y agentes dobles, embajadas, generales, aristocracia, dinero y el cuadro desconocido de Velázquez.
Muy fácil de leer, como nos tiene acostumbrados Eduardo Mendoza. Mucho ritmo y situaciones cambiantes, al final, las cosas no son lo que parecen y las explicaciones más absurdas se entremezclan con los hechos. La comicidad está presente en toda la novela. Recomiendo leerla.
Clara Cagigal Cobo. Departamento de Tecnología

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