viernes, 27 de abril de 2012

[1º Premio Primer Ciclo E.S.O.] Relato "Crónicas de un loco", de Gabriela Berrón García (2ºA)

(relato ganador del XIII Concurso de Relatos Día del Libro 2012)

25 de marzo:
     Esos ojos sin expresividad alguna no dejan de mirarme. No lo aguanto más. La música le da un toque siniestro a la escena. De pronto, mi amigo León se gira. Él es mi mejor amigo. Sabe todos mis secretos. León se acerca a mí, arrastrando su cola de algodón por el suelo. Después le toca el turno a Jirafa. Ella también se acerca. Son mis dos únicos amigos. La música ha cesado pero yo la sigo escuchando en mi cabeza. Una y otra vez, sin parar. Por suerte para mí, León y Jirafa están aquí, conmigo. ¡Qué afortunado soy de tenerlos! Los compró mi madre hará unos diez años. ¡Vaya! Cuánto tiempo. Perdón, a veces divago. Como iba diciendo, mi madre los compró en una juguetería antigua, si mal no recuerdo. Me giro. No hay nadie a mi lado. Se han ido.
     Estar en mi habitación no es mi único pasatiempo. También escribo. A mis otros amigos. Bueno, conocidos. Siempre le escribo a mi querido conocido, Horizonte. Esta es mi vida. Bienvenidos a mi diario.

8 de abril:
     Querido Horizonte:La oscuridad de la noche inunda mi habitación. Al mirar por la ventana no puedo verte. Solo consigo distinguir una farola que resiste encendida mientras todas sus hermanas ya se han dormido. Las farolas son estúpidos objetos. No se mueven, no sienten, no hablan. Simplemente están ahí.
A lo que íbamos. Te escribo esto para relatarte lo siguiente:
     Hace apenas unos días, Lucía, de la que estoy perdidamente enamorado y de la que guardo la esperanza de que algún día será mi esposa, me vino a visitar. Nada más entrar a mi habitación entabló conmigo una conversación que, si no hubiese sido con ella, habría resultado realmente absurda. Pero claro, Lucía es Lucía.
     - Hola Álvaro, ¿qué tal estás hoy?- dijo ella.
     - Hola Lucía –respondí- ¿Quieres ir a dar una vuelta en mi nuevo avión? León puede pilotar.
     - Me dijeron que habías mejorado, pero veo que no- añadió la chica.
     En ese punto, me desentendí de lo que me decía. Solamente la miraba. Creo que me hablaba sobre algo de problemas psicológicos. La verdad es que no sabía bien a lo que se refería pero no me importaba.
Ella venía cada día. Me hablaba, me aconsejaba y me hacía contarle mis cosas. Lo más curioso era que siempre vestía con una bata blanca ¿Acaso era la moda?
     Lucía se marchó dejándome solo. Otra vez. Me quedé en silencio. Ni un suspiro, ni una tos, ni si quiera mi propia respiración. Unas voces provenían del otro lado de la puerta.
     - Este muchacho no mejora- dijo una de las enfermeras.
     - Lo sé- respondió Lucía- El otro día, en la hora de “recreo”, los vieron a él y al de la habitación 246 con un viejo aparato de escribir. Decían algo sobre relatar su vida a los habitantes del futuro.
     - ¿Y los cuidadores?- continuó la enfermera- ¿Sabían a dónde iban con aquella máquina?
     - No lo creo. Ningún interno antes había estado tan trastornado como él.
     ¿Trastornado? ¿Yo, un trastornado? Imposible. ¿Y tú Horizonte? ¿Tú lo crees?

PD: Las farolas son estúpidos objetos. No se mueven, no siente no hablan. Simplemente están ahí. Recuérdalo.


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